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Hijo de hombre, yo te he puesto por atalaya en la casa de Israel.. Si el atalaya viere venir la espada y no tocare la trompeta, y el pueblo no se apercibiere, y viniendo la espada, hiriere de él a alguno, ... demandaré su sangre de mano del atalaya.
Ezequiel 3:17, 33:6
El atalaya es un centinela. Por su posición privilegiada, ubicada en un lugar alto, puede registrar el sitio que se dispone custodiar. Entre sus deberes está el de anticiparse a las circunstancias. Así, en pos de procurar el bienestar general de una comunidad, avizora los posibles peligros y enemigos al alcance de su visión.
En este sentido, el atalaya se posiciona de tal manera que aprecia bien la verdad. El filósofo gobernante en la República de Platón debe ser una especie de atalaya. Pertenece al mundo inteligible superior, donde el principio del ser se constituye en fuente de realidad. Es un ser rico en virtud y sabiduría. No tiene apetencias de poder. En tanto que los gobernados se desenvuelven en el mundo sensible, mundo plagado de copias imperfectas, de sombras y apariencias del mundo inteligible.
El verdadero líder político desciende a la caverna. Ese lugar oscuro donde la poca luz solar que penetra, proyecta la sombra de objetos artificiales.
Haciendo un paralelo observamos que, tanto los resultados electorales en los Estados Unidos como los obtenidos en nuestro país en la provincia de Misiones dejan entrever un interrogante: ¿quién ha sido el atalaya?, ¿la dirigencia de turno o la sociedad civil?
La Carta Magna fija los límites al ejercicio del poder. La durabilidad del mandato es uno de ellos. En este punto podríamos decir que Argentina es kelseniana y no schmittiana, normativista y no decisionista.
La escuela del positivismo jurídico, de la mano del jurista austríaco Hans Kelsen (1881-1973) redujo el derecho a la norma y sentó las bases de la doctrina liberal del Estado de Derecho. En tanto que el jurista alemán Carl Schmitt (1888-1985) llevó la génesis del ordenamiento jurídico al momento de la decisión, aquella elección fundada en la esfera política. El decisionismo político descansa en la soberanía del Estado.
¿Quién es el guardián de la Constitución? Este fue el dilema que encontró enfrentados a ambos juristas. Mientras que para Schmitt la defensa de la Norma Fundamental está en cabeza del Presidente; para Kelsen un Tribunal Constitucional toma el lugar de “legislador negativo” cuya función es anular leyes inconstitucionales.
Decimos que nuestros dirigentes no son schmittianos al incumplir con el principio que reza: el Presidente debe ser un pouvoir neutre et intermédiaire. Un poder ajeno a los intereses sectoriales que dividen a la sociedad.
¿Qué sucede cuando el Presidente no encarna siquiera los intereses de un sector sino directamente los propios?
Mientras que en Argentina, Misiones fue un globo de ensayo donde el Poder Ejecutivo especuló y la jugada le salió mal; en los Estados Unidos, las advertencias sobre la mala gestión presidencial fueron desoídas por los mismos gobernantes. En uno y otro caso ambos terminaron en la caverna.
La inversión de roles se da cuando quienes están en el campamento (el pueblo argentino) “avisan” al atalaya (líderes políticos de turno) sobre los peligros de la no alternancia dirigencial.
El atalaya hace público y notorio “el amarillo” de los avisos. No pasa bruscamente del verde al colorado.
La teoría platónica esta vez se ha invertido: los gobernantes se mudaron a la caverna y el pueblo al mundo inteligible. ¿Se habrá percatado la clase política?
Buenos Aires, 13 de Noviembre de 2006.
Gretel Ledo
Hijo de hombre, yo te he puesto por atalaya en la casa de Israel.. Si el atalaya viere venir la espada y no tocare la trompeta, y el pueblo no se apercibiere, y viniendo la espada, hiriere de él a alguno, ... demandaré su sangre de mano del atalaya.
Ezequiel 3:17, 33:6
El atalaya es un centinela. Por su posición privilegiada, ubicada en un lugar alto, puede registrar el sitio que se dispone custodiar. Entre sus deberes está el de anticiparse a las circunstancias. Así, en pos de procurar el bienestar general de una comunidad, avizora los posibles peligros y enemigos al alcance de su visión.
En este sentido, el atalaya se posiciona de tal manera que aprecia bien la verdad. El filósofo gobernante en la República de Platón debe ser una especie de atalaya. Pertenece al mundo inteligible superior, donde el principio del ser se constituye en fuente de realidad. Es un ser rico en virtud y sabiduría. No tiene apetencias de poder. En tanto que los gobernados se desenvuelven en el mundo sensible, mundo plagado de copias imperfectas, de sombras y apariencias del mundo inteligible.
El verdadero líder político desciende a la caverna. Ese lugar oscuro donde la poca luz solar que penetra, proyecta la sombra de objetos artificiales.
Haciendo un paralelo observamos que, tanto los resultados electorales en los Estados Unidos como los obtenidos en nuestro país en la provincia de Misiones dejan entrever un interrogante: ¿quién ha sido el atalaya?, ¿la dirigencia de turno o la sociedad civil?
La Carta Magna fija los límites al ejercicio del poder. La durabilidad del mandato es uno de ellos. En este punto podríamos decir que Argentina es kelseniana y no schmittiana, normativista y no decisionista.
La escuela del positivismo jurídico, de la mano del jurista austríaco Hans Kelsen (1881-1973) redujo el derecho a la norma y sentó las bases de la doctrina liberal del Estado de Derecho. En tanto que el jurista alemán Carl Schmitt (1888-1985) llevó la génesis del ordenamiento jurídico al momento de la decisión, aquella elección fundada en la esfera política. El decisionismo político descansa en la soberanía del Estado.
¿Quién es el guardián de la Constitución? Este fue el dilema que encontró enfrentados a ambos juristas. Mientras que para Schmitt la defensa de la Norma Fundamental está en cabeza del Presidente; para Kelsen un Tribunal Constitucional toma el lugar de “legislador negativo” cuya función es anular leyes inconstitucionales.
Decimos que nuestros dirigentes no son schmittianos al incumplir con el principio que reza: el Presidente debe ser un pouvoir neutre et intermédiaire. Un poder ajeno a los intereses sectoriales que dividen a la sociedad.
¿Qué sucede cuando el Presidente no encarna siquiera los intereses de un sector sino directamente los propios?
Mientras que en Argentina, Misiones fue un globo de ensayo donde el Poder Ejecutivo especuló y la jugada le salió mal; en los Estados Unidos, las advertencias sobre la mala gestión presidencial fueron desoídas por los mismos gobernantes. En uno y otro caso ambos terminaron en la caverna.
La inversión de roles se da cuando quienes están en el campamento (el pueblo argentino) “avisan” al atalaya (líderes políticos de turno) sobre los peligros de la no alternancia dirigencial.
El atalaya hace público y notorio “el amarillo” de los avisos. No pasa bruscamente del verde al colorado.
La teoría platónica esta vez se ha invertido: los gobernantes se mudaron a la caverna y el pueblo al mundo inteligible. ¿Se habrá percatado la clase política?
Buenos Aires, 13 de Noviembre de 2006.
Gretel Ledo
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