¡No maten al niño!
http://www.agencianova.com/nota.asp?n=2007_9_13&id=43683&id_tiponota=3
http://www.cronicayanalisis.com.ar/otrasvoces.asp#215
http://www.agenciacomunas.com.ar/vernota2.asp?d=13&m=9&a=2007¬aid=38951
http://www.diariolarepublica.com.ar/notix/noticia.php?i=131535&f=2007-09-14
http://www.foroceintucuman.blogspot.com/
Por Gretel Ledo (*), especial para Agencia NOVA.
Jueves 13 de septiembre de 2007
El rey Salomón intervino: Una de ustedes dice “Mi hijo está vivo, y el tuyo muerto”. La otra contesta: “No, el mío es el que está vivo”. Salomón pidió una espada y ordenó que corten al niño vivo en dos mitades, y denle una mitad a cada mujer. Entonces la verdadera madre, llena de angustia gritó: “¡No maten al niño!"
Prefiero que se lo den a la otra mujer”.
1 Reyes 3:23-26
Podemos trazar un paralelo con los últimos acontecimientos electorales en Córdoba y la necesidad de contar con un niño vivo. Ese niño representa la ética, la búsqueda de la verdad, llegar a la luz. El muerto es el tipo del laissez faire, laissez passer, dejar hacer y dejar pasar. La indiferencia total al resultado final del vicio contundente en las elecciones provinciales.
Hablamos de un espíritu de verdad. Si viajamos en la historia y nos situamos en el 29 de mayo de 1969, nos encontramos con la mayor explosión social de las últimas décadas del siglo pasado: el Cordobazo. Significó un punto de inflexión en la historia política argentina. Ayer, Córdoba dio que hablar en términos positivos; hoy, da que hablar en términos negativos. Los candidatos paseándose por medios de comunicación sosteniendo su versión de los hechos, una elección escandalosa y un oficialismo cordobés que, al estilo Poncio Pilato se lava las manos frente al clamor de apertura de urnas.
Córdoba, fuente de movimientos populares que originaron cambios nacionales trascendentales, ¿está aquietada? ¿Qué pasó en sus habitantes? ¿Repudian la verdad? ¿O será que la mentira tomó un espacio más grande que la movilización social? Es preciso recuperar el sentido ético del acto eleccionario cuyo componente básico ha de ser la transparencia.
Abrir las urnas es desmantelar todo artilugio que, a partir de la incertidumbre, derriba la legitimidad de un gobierno. Así el sociólogo alemán Max Weber (1864-1920) al indagar acerca del por qué se obedece, toma dos nociones: legalidad y legitimidad. Un gobierno puede ser legal pero no alcanza el grado de legitimidad necesario para que llegue a feliz término. La legitimidad está ligada a la creencia. La visión weberiana se compone de dos elementos: uno subjetivo, cual es la creencia en la legitimidad del orden y otro objetivo, o sea, la presencia de normas positivas. Existen tres tipos puros de dominación legítima: la racional legal donde se cree en las leyes estatuidas y en la autoridad que de allí surge -autoridad legal-; la tradicional con creencias en costumbres pasadas y en las personas que las ponen en práctica –autoridad tradicional- y por último la carismática. Aquí, se obedece a un individuo con características fuera de lo común por razones de confianza personal –autoridad carismática-.
Si la creencia en las leyes estatuidas se ve franqueada por el accionar oscuro del recuento de votos, la legitimidad ha sido saqueada. La no apertura de urnas tiñe la elección de ilegítima quitándole apoyo popular al gobierno que asuma en estas condiciones.
Por su parte, ambos candidatos, Juan Schiaretti y Luis Juez con la permanente aparición mediática en Buenos Aires buscan escapar del camino que conlleva a soluciones desde su propia provincia. Muestran así una inseguridad latente como contracara al fracaso en sus políticas de convencimiento hacia los cordobeses. Hay dos rumbos: carecen del respaldo popular o bien se ha tornado en una problemática que concierne exclusivamente al fuero de la sociedad política donde la sociedad civil en calidad de ajena observa como tercero excluido. De darse esta última opción, indudablemente la tarea de los políticos no es lo suficientemente exitosa como para generar el denuedo necesario en la ciudadanía que modifique el escenario postelectoral a partir de su accionar directo.
Las movilizaciones del Cordobazo originaron un hito en nuestra historia. La crisis de 2001 sacó a la calle a una sociedad que al estilo toma de la Bastilla “decapitó” un gobierno. ¿Qué pasa con la sociedad?, ¿apatía?, ¿transformación de ciudadanos activos en habitantes pasivos?
La verdadera madre frente a la opción de cortar al niño y quedarse con un pedazo prefirió mantenerlo vivo en brazos de la impostora. La polémica acerca de quién es el niño vivo, o sea, de quién es el triunfo electoral terminó dilucidándose no precisamente frente a la justicia sino entre los mismos actores sociales que tomaron cartas en el asunto. Por lo tanto, antes de llegar a la instancia de la justicia, deben los candidatos de común acuerdo decidir la apertura de urnas. Quien se arroga el triunfo y está totalmente convencido de ello no encontraría objeción alguna a dar paso a la demanda de esclarecimiento.
Desde el gobierno central se pretende instaurar el gran Kambio: las urnas deben permanecer cerradas para no modificar una situación “dada”. En este sentido, Córdoba ha sido su alumno ejemplar.
Es Córdoba, el corazón de nuestro país, la encargada de abrir las urnas para que el niño no muera…
(*) Abogada – Politóloga -Asesora Parlamentaria
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