Israel y Judá no han enviudado de su Dios…aunque su tierra fue llena de pecado contra el Santo de Israel.
Jeremías 51:5
Sin duda la condición de viudez de Dios se relaciona con el grado de pecado alcanzado. No nos referimos aquí a una ponderación que clasifique una escala del mismo ya que de por sí no existe una diferenciación entre grandes y pequeños pecadores. Tal distinción la ha creado el hombre y es ajena al campo espiritual.
Cuando hablamos de pecado simplemente damos cuenta del estado a través del cual el hombre da sus espaldas a Dios. Allí es donde opera una orfandad, una viudez por simple voluntad humana.
La escalada de inseguridad que vive hoy nuestro país, el desenfreno por la destrucción del otro deja entrever un escenario que ha decidido desarrollarse en forma autónoma escindido de lo sobrenatural y embriagado de lo carnal.
Muchos se preguntan dónde está Dios en medio de tanta desidia. Y, el mismo Dios se pregunta dónde está el corazón del hombre.
Lo que atravesamos es por mera voluntad humana. Hemos decidido independizarnos de la Palabra de Dios sin considerar las pérdidas que ello involucra. Sólo podemos vivir un estadio de remanso tomados de su mano. De lo contrario existe un yugo de esclavitud propio de la carne. Hablamos de la misma condición humana. Si se quiere podemos graficarla en el estado de naturaleza hobbesiano en que el hombre es lobo del hombre. Allí no existen reglas, límites, disquisiciones entre lo bueno y lo malo.
Solo quien está imbuido de Dios puede prescindir del conjunto de reglas que han intentado modelar conductas para anticiparlas y enderezarlas humanamente en aquellos casos en que se desenvuelvan fuera de los parámetros previstos.
El Creador ha dado origen a su criatura. Le ha dado libre albedrío para que tome la senda que prefiera. No intentará detenerlo pero sí orientarlo. Sólo está allí, a la puerta de nuestro corazón. Una puerta que sólo tiene un picaporte. Un picaporte que sólo es interno…
De nosotros depende cambiar el rumbo de la historia en un marco de libertades a la hora de establecer elecciones porque Dios no es un Dios de imposiciones sino de plenas libertades.
Cuando Moisés murió el pueblo de Israel todavía estaba en el desierto. Dios levanta al joven Josué como nuevo líder para entrar a la tierra prometida. Para ello recibe una promesa y un consejo. La promesa: “Nadie podrá derrotarte jamás, porque yo te ayudaré, así como ayudé a Moisés. Nunca te fallaré ni te abandonaré”. El consejo: “Nunca dejes de leer el libro de la Ley; estúdialo de día y de noche, y ponlo en práctica, para que tengas éxito en todo lo que hagas”.
En ocasiones nos encontramos a la víspera de aquel acontecimiento o situación que siempre hemos anhelado pero el sentimiento de frustración nuevamente se repite y la entrada al éxito se desvanece ante nuestros ojos. La oportunidad muchas veces se presenta por única vez y no sabemos aprovecharla o bien creemos que se dará más adelante. Allí es donde opera un sentido de profunda orfandad de Dios.
Frente a la batalla diaria que nos libra la vida es preciso revestirse de una armadura espiritual. Dios nos provee de ello pero a cambio nos pide fidelidad hacia su Palabra. Podremos haber sido escogidos y hasta preparados para determinado propósito pero al igual que en una balanza, una parte la debemos aportar nosotros. Como todo pacto o acuerdo que se vale de la sumatoria como mínimo de dos voluntades, los desafíos que nos presenta la vida se afrontan con el esfuerzo humano acompañado de la guía celestial.
Caminar en los propósitos de Dios habla de un corazón dispuesto a no servirse a sí mismo sino a ser un servidor permanente. En este punto hay que analizar la viudez, la orfandad. Muchos dicen: “siento que peleo solo mis batallas diarias”. La pregunta es ¿en qué medida estás siendo parte del propósito de Dios para tu vida?
Esta desorientación que opera en el campo individual la podemos trasladar a nivel país. Cada nación ha sido bautizada con propósitos y bendiciones específicas que la hace diferente al resto. La clase gobernante debe ser capaz de decodificar estos mensajes para constituirse en guía de todo un pueblo.
Ahora bien, cuando la misma dirigencia adolece de los vicios referidos en el orden privado y los replica en el orden público, el país resulta un navío sin timonel preparado. Está a la deriva. Nos referimos una vez más al mismo estado de orfandad generado por los hombres. Darle las espaldas al Creador implica dar por tierra y con ello finiquitado, el plan de Dios para nuestras vidas y nuestro país.
Tal vez se ignora que encauzarse tras su plan trae aparejado el cumplimiento de nuestro plan. Por algo la Palabra nos exhorta a buscar primeramente el reino de Dios y su justicia y lo demás vendrá por añadidura.
Miramos el árbol y omitimos el bosque. El árbol del deseo personal, de la vanagloria, del poder, del dinero y así al infinito. Replegados en la ofensiva de nuestros intereses olvidamos que la realización del interés colectivo lleva ínsito la del interés particular.
Es tiempo de evaluar nuestro fuero interno. La promesa está. El consejo lo hemos omitido.
Buenos Aires, 7 de Septiembre de 2008.
Gretel Ledo
Nueva Generación Moral
Publicaciones
Crónica y Análisis, Periódico On Line, http://www.cronicayanalisis.com.ar/otrasvoces29.asp, 8/09/08
Agencia NOVA, Enfoques, http://www.agencianova.com/nota.asp?n=2008_9_9&id=3004&id_tiponota=3, 9/09/08
New Politic, http://www.newpolitic.com/layouts/home_news_display.jsp?id=8077, 4/09/08
Agencia NOVA, Enfoques, http://www.agencianova.com/nota.asp?n=2008_9_9&id=3004&id_tiponota=3, 9/09/08
New Politic, http://www.newpolitic.com/layouts/home_news_display.jsp?id=8077, 4/09/08
No hay comentarios:
Publicar un comentario