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El rey de Egipto tuvo un sueño: “... del río salían siete vacas gordas ... Luego otras siete vacas flacas ... Y de repente, ¡las flacas se comieron a las gordas!”... José le dijo al rey: “Dios le ha hecho saber a usted lo que piensa hacer ... Egipto va a tener siete años de abundantes cosechas, pero después vendrán siete años en que no habrá qué comer ... Le sugiero que busque a alguien muy sabio e inteligente ... que recoja la quinta parte de las cosechas durante los siete años de abundancia”.
Génesis 41:1-34
José fue sin duda un estadista, pero no uno común sino un visionario que se dejó guiar por Dios.
Los ciclos económicos de un país pueden ser comparables con los de la siembra en el campo. Por momentos las lluvias abundantes propician generosas cosechas y, en otros tiempos, las sequías arruinan los planes del sembrador. Claro está que la sabiduría reside en la administración de los frutos tanto en periodos de prosperidad como en lapsos de escasez. Eso llevó a que José se convirtiera en la mano derecha del faraón de Egipto. Podía hacer y deshacer, comprar y vender todo lo que quisiera. Se le delegó autoridad sobre todo Egipto por debajo del faraón. Su buen testimonio se recompensó a través de la confianza.
Argentina transita tiempos de “bonanza económica”: balanza de pagos superavitaria con niveles de exportación pujantes. Ahora bien, ¿cuál es la verdadera preocupación del Gobierno? ¿Balances macroeconómicos impecables o el bolsillo del consumidor?
La inflación es una especie de peste que amenaza permanentemente en el recuerdo constante de todo argentino. Corría 1989 con una hiperinflación galopante. El protagonismo infaltable de los precios de góndola era acreditado por el temor de la época.
Ayer, el Gobierno no supo qué hacer. El agiotaje (especulación abusiva, del italiano aggio) fue usufructuado por los comerciantes y no pudo ser manejado por el Ejecutivo de turno. Hoy, viajamos en el tiempo. Traemos el temor del pasado convalidado por acuerdos de precios frustrados.
Recientemente un estudio ha relevado los precios de 31 supermercados de Capital para determinar cuál es el valor de la canasta básica alimentaria de marzo. Se trata de 52 productos de los cuales 48 son comestibles y 4 de higiene. Comparando el monto total con el del mes anterior obtenemos un Índice de Precios al Consumidor (IPC) del 4%. Sin duda la inflación dista de la anhelada por el Gobierno.
Detrás de estos números se asoma un panorama aún más desolador: productos con falta de stock. Encabezan la lista los lácteos, le siguen el aceite y el pescado.
Aquí es donde podemos hacer un alto para analizar las causas. Los acuerdos no funcionaron. Funcionó el temor. Los supermercados temen al Gobierno y al consumidor a la vez. Atinan al uso y abuso de la especulación. Lo visible: ausencia en góndola. Lo invisible: acumular mercadería para sacarla a la venta a un precio más elevado debido a la carencia de oferta en el mercado. ¿Escasez especulada? ¿Bajo qué motivo? ¿Temor o aprovechamiento?
Una vez más la ingenua teoría del control omnipotente que reza el Estado sobre el mercado se ve desplomada por circunstancias cotidianas.
Los controles llevan actores al escenario ligados entre sí. En nuestro país se acostumbra asignar culpables colectivos frente a errores individuales. Los supermercadistas azotan a los proveedores, los proveedores a los productores y así un sinfín de eslabones. ¿Hasta cuándo la obra proyectada carecerá de koinonia? ¿Cuándo operará la madurez necesaria para dejar de lado actitudes ventajistas?
La viveza criolla del rédito personal desplaza al horizonte cada vez más lejano de prosperidad nacional.
¿Seremos capaces de afrontar nuestros temores con la grandeza suficiente para derribar pequeñeces? ¿O estamos esperando la llegada de José para dilucidar si nos encontramos en el tiempo de las vacas flacas o las vacas gordas?
El rey de Egipto tuvo un sueño: “... del río salían siete vacas gordas ... Luego otras siete vacas flacas ... Y de repente, ¡las flacas se comieron a las gordas!”... José le dijo al rey: “Dios le ha hecho saber a usted lo que piensa hacer ... Egipto va a tener siete años de abundantes cosechas, pero después vendrán siete años en que no habrá qué comer ... Le sugiero que busque a alguien muy sabio e inteligente ... que recoja la quinta parte de las cosechas durante los siete años de abundancia”.
Génesis 41:1-34
José fue sin duda un estadista, pero no uno común sino un visionario que se dejó guiar por Dios.
Los ciclos económicos de un país pueden ser comparables con los de la siembra en el campo. Por momentos las lluvias abundantes propician generosas cosechas y, en otros tiempos, las sequías arruinan los planes del sembrador. Claro está que la sabiduría reside en la administración de los frutos tanto en periodos de prosperidad como en lapsos de escasez. Eso llevó a que José se convirtiera en la mano derecha del faraón de Egipto. Podía hacer y deshacer, comprar y vender todo lo que quisiera. Se le delegó autoridad sobre todo Egipto por debajo del faraón. Su buen testimonio se recompensó a través de la confianza.
Argentina transita tiempos de “bonanza económica”: balanza de pagos superavitaria con niveles de exportación pujantes. Ahora bien, ¿cuál es la verdadera preocupación del Gobierno? ¿Balances macroeconómicos impecables o el bolsillo del consumidor?
La inflación es una especie de peste que amenaza permanentemente en el recuerdo constante de todo argentino. Corría 1989 con una hiperinflación galopante. El protagonismo infaltable de los precios de góndola era acreditado por el temor de la época.
Ayer, el Gobierno no supo qué hacer. El agiotaje (especulación abusiva, del italiano aggio) fue usufructuado por los comerciantes y no pudo ser manejado por el Ejecutivo de turno. Hoy, viajamos en el tiempo. Traemos el temor del pasado convalidado por acuerdos de precios frustrados.
Recientemente un estudio ha relevado los precios de 31 supermercados de Capital para determinar cuál es el valor de la canasta básica alimentaria de marzo. Se trata de 52 productos de los cuales 48 son comestibles y 4 de higiene. Comparando el monto total con el del mes anterior obtenemos un Índice de Precios al Consumidor (IPC) del 4%. Sin duda la inflación dista de la anhelada por el Gobierno.
Detrás de estos números se asoma un panorama aún más desolador: productos con falta de stock. Encabezan la lista los lácteos, le siguen el aceite y el pescado.
Aquí es donde podemos hacer un alto para analizar las causas. Los acuerdos no funcionaron. Funcionó el temor. Los supermercados temen al Gobierno y al consumidor a la vez. Atinan al uso y abuso de la especulación. Lo visible: ausencia en góndola. Lo invisible: acumular mercadería para sacarla a la venta a un precio más elevado debido a la carencia de oferta en el mercado. ¿Escasez especulada? ¿Bajo qué motivo? ¿Temor o aprovechamiento?
Una vez más la ingenua teoría del control omnipotente que reza el Estado sobre el mercado se ve desplomada por circunstancias cotidianas.
Los controles llevan actores al escenario ligados entre sí. En nuestro país se acostumbra asignar culpables colectivos frente a errores individuales. Los supermercadistas azotan a los proveedores, los proveedores a los productores y así un sinfín de eslabones. ¿Hasta cuándo la obra proyectada carecerá de koinonia? ¿Cuándo operará la madurez necesaria para dejar de lado actitudes ventajistas?
La viveza criolla del rédito personal desplaza al horizonte cada vez más lejano de prosperidad nacional.
¿Seremos capaces de afrontar nuestros temores con la grandeza suficiente para derribar pequeñeces? ¿O estamos esperando la llegada de José para dilucidar si nos encontramos en el tiempo de las vacas flacas o las vacas gordas?
Buenos Aires, 10 de Abril de 2007.
Gretel Ledo